La sociedad chilena ha experimentado cambios importantes en las últimas décadas, como producto de su economía abierta al mundo, su afiliación a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y el crecimiento de su producto interno bruto, entre otros. Estos no solo se relacionan con un mejoramiento del ingreso per-cápita y con ello, acceso a más bienes de consumo, sino también a la aparición de exigencias que, en años anteriores, no se manifestaban ni abierta ni masivamente. El caso de la preocupación ambiental y el impacto social de los proyectos de inversión ejemplifica esta situación.