Frente a una emergencia que afecte la producción silvoagropecuaria, al sector público no le resulta fácil realizar un rápido y eficaz diagnóstico del impacto del evento. Esto se debe, en parte, a la falta de protocolos claros, al escaso análisis de datos históricos y a la poca incorporación de tecnologías que faciliten el proceso. El Estado chileno, luego del terremoto de 2010, ha realizado una ardua revisión de los protocolos de actuación ante una emergencia. El Ministerio de Agricultura no ha sido la excepción, por lo que ha creado recientemente el Departamento de Gestión Integral de Riesgos (DGIR), al que pertenece el Sub Departamento de Atención de Desastres. A pesar de que el MINAGRI ha avanzado en la creación de una estructura administrativa y en el desarrollo de protocolos que permiten gestionar de mejor forma los impactos producidos por desastres, es aún necesario avanzar en la implementación de soluciones tecnológicas que faciliten el proceso de recolección y análisis de información.