Las Comunidades Agrícolas de la región de Coquimbo son “un exclusivo, peculiar y complejo sistema de propiedad de la tierra y de vida rural” de las que se ha tratado de delimitar los orígenes históricos y algunas características fundamentales en la primera parte de esta obra. Durante la Reforma Agraria (1965-1973), estas comunidades sufrieron un proceso de saneamiento que intentó determinar sus límites físicos, registrar a los que tenían derechos (lista de poseedores de derechos comunitarios) y definir las reglas de funcionamiento. Desde entonces, las comunidades no han dejado de ser criticadas. Se encontrará una exposición de los argumentos desarrollados por sus detractores y su crítica, en un artículo ya antiguo de Francisco González del Río. Estos argumentos, que no han cambiado para los detractores contemporáneos, parecen una condena sin apelación: en tanto que sistema agrario, las comunidades significarían una reproducción de la pobreza y una degradación del medioambiente. Sin embargo, esta forma de organización campesina parece ser del gusto de la población, ya que en treinta años el número de comunidades ha ido en aumento.