Cuando se planifica el desarrollo de la cuenca de un río, se debe tener completo conocimiento del sistema fluvial. No sólo con respecto al caudal, sino con respecto al arrastre de sedimentos y estabilidad del cause. Un río aluvional, en estado natural, mantiene un balance entre caudal, descarga de sedimentos, pendiente, patrón de meandro y sección transversal del canal. Cualquier perturbación en cualquier punto puede repercutir, a travez de todo el sistema. Si levantamos una presa, se acumulará el sedimento en el embalse, el cauce de aguas arriba se suavizará, y el de aguas abajo se degradará. Si sacamos agua con fines de riego, el cauce sufrirá embancamiento arriba y abajo. Si cortamos tramos del río para agregarlos a navegación o a control de avenidas, la parte aguas arriba se degradará y la de aguas abajo se degradará. En todos estos casos, deberemos saber de antemano dónde y cuándo ocurrirán esos cambios.