Informe final de Estudiante en práctica de Universidad de Helsinki, Finlandia.

El actual contexto de crisis mundial de agua constituye una preocupación transversal para la institucionalidad pública, privada, la sociedad civil organizada, y los sujetos individuales que a diario la padecen. El informe mundial del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo para el 2006, dedicado a la temática, visibiliza y reafirma la importancia de contar tanto con el agua necesaria para el consumo humano, como para la preservación de los sistemas ecológicos y productivos en que se basan los medios de sustento de la población mundial. En este sentido, el Informe advierte que la actual crisis mundial es sobre todo una crisis para la población pobre, debido a que 2 de cada 3 personas que carecen de acceso al agua vive con menos de 2 dólares diarios, y a que en muchos países la distribución del agua y el saneamiento se correlaciona con la distribución de la riqueza. (PNUD, 2006) Lo anterior indica que, más allá de la carencia y escasez que por condiciones naturales existan en algunas regiones del mundo, las alternativas de democratización y extensión del acceso al agua provienen, por una parte, del ámbito político-normativo, y por otra, del buen funcionamiento de los sistemas de gestión. La realidad actual indica que la mayor parte del agua dulce en el mundo es utilizada en el uso agrícola, lo cual se replica en nuestro país, donde las estimaciones indican que el 80,9% de los derechos de aprovechamiento de aguas consultivos estarían destinados al uso de riego (Salazar, 2003).