Ya en los años sesenta, en Holanda, los horticultores experimentaban con sistemas de calentamiento de la tierra para adelantar la cosecha de espárragos. Las cosas marchaban, pero de todas formas los experimentos no resultaban. Los gastos de energía eran demasiado elevados para poder llegar a una producción rentable con las razas que existían en aquel momento. Tardaría treinta años antes de que los experimentos de entonces, con las modificaciones del caso, fueran retomados. Y esta vez con éxito.