Con toda evidencia, las formas del relieve se vinculan con el clima. Algunos fenómenos, muy claros en el paisaje, revelan este hecho: las formas topográficas son más angulosas en los climas áridos que los húmedos; las relaciones entre los lechos mayores y menores de los ríos son también diferentes: en los climas secos ó casi secos, el lecho mayor es demasiado grande en relación con el menor, mientras que en los húmedos, la misma relación es más estrecha.