El estudio de los recursos hídricos de Chile es una necesidad cada vez más creciente, que encuentra su origen en las prácticas y experiencias del pasado del país y de sus habitantes. En particular, la Cuenca del río Lluta muestra una situación desmejorada en su capacidad agrícola respecto de los valles cercanos, lo que se ha atribuido, entre otros factores, a la mala calidad de sus aguas. La Cuenca del río Lluta muestra una historia que Niemeyer, uno de los precursores de los actuales estudios hidrográficos, ilustrara con claridad en 1968 al señalar que “(…) incrementar el área regada y mejorar las condiciones de cultivo en Lluta, distante escasos kilómetros de Arica, es pues una legítima aspiración de la población y autoridades ariqueñas. Para cumplir con tales objetivos se ha apuntado hacia varios blancos, uno de ellos, estudiar el mejoramiento de la calidad química de las aguas del Lluta, altamente contaminadas en sales y residuos (…)”.